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La Oracion Con El Sentimiento De Una Presencia
Si oramos poco o mal, es probablemente porque queremos protegernos de las heridas que el mundo puede infligirnos, que tratamos de preservarnos de sus presiones y preocupaciones, de que hemos "perdido el mundo". En nuestro mundo, donde todo tiende a planificarse a gran escala y escapa al dominio cotidiano y concreto de cada uno de nosotros, parece que, cuando oramos, no tenemos más remedio que refugiarnos en el goce inmediato, que No puede ocultar su esperanza secreta, o un gran rechazo que, como si fuera de una huida, no pudo ocultar la imposible satisfacción de nuestras necesidades. Ya no vivimos en ese "encuentro" que nos enseña a vivir "con el sentimiento de una Presencia" que nos acompaña, nos atrae y, al desnudarnos, aumenta nuestro ser; De lo que vivimos es la "ilusión" de poder satisfacer nuestras necesidades, sin nunca poder disfrutar plenamente de su satisfacción. Desde el "encuentro" con el Señor, aprendemos a reconocer su Presencia en lugares y caras donde "brilla por su ausencia" (oración de contemplación), y para hacerlo, dejándonos guiar por el amor apasionado a aquellos que viven en El mundo (oración de discernimiento).