La privatización de las empresas públicas tiene muchas facetas. Ha sido un instrumento idóneo para aumentar la eficiencia de las empresas implicadas, introducir la competitividad, ayudar a eliminar el déficit público, ampliar los mercados financieros y estimular el ahorro privado. Más allá del volumen de ingresos generados y de la naturaleza de la regulación que lo ha acompañado, es importante saber cuánto ha afectado la vida de los ciudadanos en forma de más oferta, mayor calidad y precios más bajos. Asimismo, su contribución al mantenimiento del empleo y la actividad de las empresas privatizadas ha sido muy relevante. Con experiencia acumulada, puede hacer un balance de lo que se ha hecho y dibujar algunas lecciones que guían los pasos que deben tomarse para el futuro.