Jose Fernandez Arroyo: Todos sus libros


  • No Es Un Sueño: Diario

    No Es Un Sueño: Diario

    José Fernández no pudo elegir Arroyo más apropiado para la segunda entrega de sus títulos diarios, continuó Edelgard conocido y celebrado. Diario de un sueño (1948-1953), pues, de hecho, la vida "no es un sueño" sino un viaje real y difícil, y todos los días, tu blog. Esta alegoría literaria aún eficaz, ampliamente utilizada pero que emparienta la vida y el viaje, puede relacionar la escritura diarística con la navegación portátil, constituye también uno de los orígenes más plausibles del diario moderno: esa manera paciente y disciplinada de resolver problemas civiles consigo mismo y con otros Unesdoc.unesco.org unesdoc.unesco.org Por lo tanto, el diario y diario eran y siguen siendo la tecnología para navegar todos los días, para proyectar nuevos destinos y puertos para anclar en el hospital al final del viaje diario. Este no es el diario de un ganador, no un frustrado (ambos sería intolerable: insoportable leer el diario de un fracaso que culpa a los demás con el resentimiento, más insoportable un ganador absoluto si existe tal categoría), para la vida un hombre no mide Su grandeza en el éxito o el triunfo, sino la aceptación lúcida de los límites y el fracaso de la gestión. Manuel Alberca

  • Edelgard, Diario De Un Sueño: 1948-1953

    Edelgard, Diario De Un Sueño: 1948-1953

    Edelgard es una joven Stettin alemana que brutalmente desalojada de su casa por las tropas de la liberación ruso-polaca al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), finalmente se refugia en Flensburg (Schleswig-Holstein) con su padre y su hermana Sigrid. Edelgard es también, a juzgar por las cartas maravillosas e inolvidables dirigidas por más de cinco años el autor de Diario de un sueño, la más delicada, tierna y exquisita personificación de Ewigweiblich o "eterno femenino" he arrojado mis ojos compulsivos lector en los últimos años (al menos). Sólo si creo que el Fausto de Margarita Goethe dulce o deslumbrante Galdos Santorcaz Agnes nos da en la primera serie de los Episodios Nacionales, tracé en perfiles la mente arquetípica comparable que representa a Edelgard. Su fiel corresponsal entre 1948 y 1953 fue un joven manchego que, a caballo entre su Manzanares nativo, la Ceuta de su "mili" y el Madrid de sus primeras experiencias artísticas y literarias, nos cuenta con experiencia y facilidad su vida marcada indeleblemente por la Cartas de su amigo alemán. Ese joven creció, y ahora, más de medio siglo después, ha tenido la amabilidad de enviarme su diario de aquellos años, que brilla bajo el manto protector de Edelgard, una prosa castellana extraordinariamente eficaz. Luis Alberto de Cuenca