La crisis económica sacudida por la Unión Europea ha puesto de manifiesto la profunda inconsistencia de la arquitectura institucional de la Comunidad, sobre todo el euro, el BCE y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. La deriva de la crisis financiera ante la crisis de la deuda soberana ha demostrado que la zona euro no es un área monetaria óptima y que las instituciones creadas no son aptas para enfrentar una recesión de esta magnitud. La inestabilidad financiera ha afectado la inestabilidad de las cuentas públicas y la resolución de esta última es difícil sin los instrumentos específicos de las finanzas públicas, la política monetaria y el Banco Central como prestamista de último recurso. Por otro lado, este marco monetario y financiero ha provocado desequilibrios externos en los países periféricos, difíciles de corregir al haber perdido herramientas clave como el tipo de cambio y la política comercial misma o el control del capital. Como resultado, la crisis financiera se ha transformado en una crisis política e institucional y está obligando a repensar aspectos esenciales del proceso de integración, su viabilidad y, por consiguiente, la gobernanza económica y política de la Unión. La reconsideración del papel de la UE en el contexto de la globalización neoliberal y su configuración interna, el pleno reconocimiento de la diversidad de las naciones dentro de ella, las amplias opciones políticas para asegurar el crecimiento, el empleo, la cohesión y la democracia, Que pretende ser no sólo un diagnóstico crítico, sino también una propuesta alternativa.